Se suele decir que «la paciencia es la madre de la ciencia», y yo me atrevería a decir que el deporte también tiene algún tipo de parentesco con esta virtud. Las temporadas son largas, los aprendizajes llevan su proceso, y hay que saber elegir, y esperar, el momento oportuno para muchas acciones en el entrenamiento y la competición. En un mundo tan resultadista y cortoplacista, a muchos les cuesta entenderlo, pero lo cierto es que ser paciente puede llegar a convertirse en una gran ventaja competitiva.
La RAE define la paciencia como «capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse» y «facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho». En ambas definiciones intuímos que hay un componente aversivo (padecer, soportar…) y una demora de algo gratificante o apetitivo (saber esperar cuando algo se desea mucho) El deporte tiene mucho de ambas, porque exige esfuerzo, sacrificio, tiempo… si queremos obtener o alcanzar objetivos que, bien formulados, nos son gratificantes. Desde la persona que busca en el largo plazo bajar unas cuantas tallas, a quien quiere lograr una determinada marca en una maratón o quien durante un partido busca hacer un gol al rival, todos son objetivos gratificantes que exigen de nosotros esa capacidad de esfuerzo, sacrificio y espera.
Conductualmente, me gusta definir la paciencia como nuestra mayor o menor capacidad para persistir en una conducta demorando la gratificación por ésta. Y encuentro especialmente interesante esata facultad para la práctica deportiva a cualquier nivel, ya sea en espacios de tiempo cortos e incluso inmediatos o en espacios de tiempo más amplios, en el largo plazo. Os propongo que lo veamos en cinco ejemplos ¿empezamos?
Objetivos lejanos en el tiempo
El establecimiento de objetivos es una de las habilidades básicas y con un amplio impacto a nivel psicológico para deportistas y entrenadores/as. Además de definir adecuadamente estos objetivos, esta habilidad consiste principalmente en saber combinarlos considerando que existen metas a corto, medio y largo plazo, tanto de resultado (aquello que deseamos alcanzar) como de realización (aquello que debemos hacer para alcanzar los de resultado)
Los objetivos inciden directamente en nuestra motivación, que es esencial para iniciar y mantener nuestras conductas. Y en este sentido, necesitamos un cierto grado de refuerzo o gratificación de manera más o menos inmediata para mantener viva esta motivación. Por lo tanto, esos objetivos a largo plazo son muy importantes… pero quedan demasiado alejados. ¿Cómo podemos crear las condiciones para facilitar el trabajo a la paciencia?
- Marca objetivos a medio plazo: Una vez tengas definido el objetivo de resultado a largo plazo, establece metas a medio plazo que (y esto es importante) tengan una conexión directa con éste. Se trata de objetivos de resultado (partidos que haya que ganar sí o sí para obtener el objetivo principal, campeonatos que necesitemos para clasificarnos para el que supone el objetivo a largo plazo, etc…) o de realización (objetivos que dependan 100% de nosotros y que se necesiten para obtener el objetivo de resultado a largo plazo)
- Mide objetivamente el rendimiento y el progreso alcanzados: los objetivos, como sabes, deben ser medibles. Un registro sencillo pero objetivo que te permita ir viendo el progreso que vas alcanzando será esencial para mantener viva la motivación a lo largo del camino
- Celebra cada logro y cada avance: hacer esto supone darse gratificaciones con carácter inmediato, y esto es, como hemos visto, esencial para mantener la motivación
- Sé flexible: si el objetivo se escapa ¿tienes un plan B? no podemos dar por sentado que vamos a alcanzar aquello que nos propongamos, por tanto es importante que seamos flexibles y tengamos la capacidad de reorientar la temporada hacia otras metas si la que nos habíamos marcado no se alcanza
Cambio en algún gesto técnico

Parte de tu desarrollo como deportista será la de ir evolucionando en el apartado técnico. Esto supone, no sólo mejorar el repertorio con el que cuentas, sino también llegar a realizar cambios por técnicas que supongan una mejora de tu rendimiento ¿cuál es la trampa? pues que esta mejora de rendimiento no llega de la noche a la mañana. Más bien, lo normal es que con el nuevo gesto técnico tengas un descenso en tu rendimiento en el corto plazo. Y saber esto es importante para ajustar expectativas y que el trabajo dé sus frutos ¿Se puede hacer sin que se agote nuestra paciencia? veamos:
- Gestión de expectativas: lo dicho, es importante que tú, o tu deportista, ajustéis las expectativas de lo que viene y entendáis que lo normal es que el rendimiento deportivo baje al inicio al tratarse de una nueva habilidad o gesto técnico, pero que siendo consistente en el trabajo, lo esperable es tender hacia una mejora por encima del nivel inicial. Un recurso interesante y muy muy sencillo es trabajar esto con una ‘matriz de decisiones’ en la que se crucen beneficios y costes en el corto, medio y largo plazo, de modo que entendamos cómo, si bien al principio la cosa no irá del todo bien, con el tiempo obtendremos una mejora muy muy interesante que, seguro, hará que todo valga la pena.
- Usa registros objetivos: serán útiles para medir cada avance y ver que, de hecho, existe un progreso real. Es importante elaborarlos con cuidado y detalle para que sean adecuados. El rendimiento debe ser medible y objetivo, y debe estar conectado directamente con la nueva habilidad ¡Ah! y por supuesto, refuerza cada mínimo paso que des
- Aprovecha competiciones «menores» para practicar: esto es un aspecto muy importante. Este tipo de competiciones en las que no nos jugamos nada o casi nada son las mejores para ir poniendo en práctica la nueva habilidad en un contexto, digamos, real de competición. Tienen lo bueno de las competiciones (las condiciones y entorno en el que competimos y que no encontramos en el entrenamiento diario) con la ventaja de que no hay un coste y por tanto lo hacemos en condiciones «seguras»
Decisiones tácticas
Aquí la paciencia toma una forma diferente. Ya no hablamos del medio o largo plazo, sino del corto plazo o de tiempos inmediatos. Hablamos, sin exagerar, de segundos o milésimas. Existen determinadas jugadas o acciones tácticas que requieren temple por parte del deportista. Ejecutar una acción un segundo antes puede suponer perder una oportunidad por fuera de juego o que un defensor te bloquee el pase. Se llama saber leer la jugada y hay jugadores que son verdaderos especialistas en esta suerte del juego. Ciertos rasgos de personalidad pueden facilitar la cosa, pero este tipo de habilidad también se entrena y mejora ¿vemos algunas claves?
- Operativiza situación y conducta: el jugador necesita saber con detalle en qué consiste la conducta y en qué situación antecedente debe emitirse esa conducta. Hablamos de cómo deben encontrarse defensores del equipo rival, compañeros del propio equipo, dónde debe estar el balón, cómo debe ejecutar esa conducta en ese momento preciso… hay que describir con precisión y claridad la conducta y el momento.
- Puesta en práctica: organiza ejercicios en los que se dé esa situación táctica concreta, con el objetivo de poner en práctica esa conducta. Sé claro en la explicación y refuerza cada vez que ésta se de en el momento ideal (importante, da igual si finalmente se obtiene el resultado, ya sea un pase, un gol, una canasta,… lo importante es que se tome la decisión adecuada en el momento adecuado)
- Cuida variables psicológicas relacionadas: atención, activación, motivación, confianza… son variables que van a influir en una mejor o peor toma de decisiones. Una elevada activación afecta a los procesos atencionales, de retención y procesamiento de la información, e incluso de ejecución física de la acción. La motivación y la confianza modulan la activación y con ésto la atención. La propia atención, bien dirigida, contribuye a modular así mismo nuestra activación. Las diferentes variables interaccionan de manera compleja y fascinante e influyen directamente en nuestro rendimiento. El dominio de habilidades psicológicas por parte del deportista y el adecuado diseño de las sesiones por parte del entrenador son fundamentales y marcan diferencias.
Las malditas lesiones

Una de las situaciones más duras por las que puede pasar un deportista es la de una lesión que le aparte de la dinámica y la inercia deportiva. Supone una ruptura con su progresión, le aparta de una fuente de gratificación importante para él o ella, es frustrante, limitante, dolorosa… y por eso es, a nivel psicológico, un momento crítico en el que necesita todo el apoyo del mundo, y también un trabajo metódico y detallado. Y por supuesto, requiere de grandes dosis de paciencia y tolerancia a la frustración ¿qué podemos hacer en este tipo de situaciones?
- Gestión y ajuste de expectativas: hay que proveer al deportista y entrenador de toda la información posible y con el mayor detalle que podamos, de modo que se sepa con la mayor exactitud posible los plazos de recuperación, el tipo de lesión, el tipo de tratamiento, el coste que supondrá para la persona a nivel deportivo y extradeportivo, los riesgos de recaída (importantísimo), etc… De este modo, vamos a poder amortiguar mucho la frustración que pueda venir durante el proceso y, especialmente, si se dan pasos hacia atrás en forma de recaídas.
- Nuevos objetivos: una vez se ha pasado por el trance inicial y se ha aceptado la situación, con una adecuada gestión de expectativas, es momento para establecer nuevos objetivos y retos para el deportista. La recuperación y reaparición se convierten en el nuevo gran reto, y hay que alimentar su motivación y su ilusión estableciendo metas ajustadas a la situación. Es importante que los objetivos sean progresivos y ajustados, así como de realización y que estén a su alcance.
- Reorganización: esta nueva situación requiere una nueva organización. Hay que facilitar a la persona todo cuanto podamos para adaptarse a esta nueva etapa. Una lesión suele ser limitante y suele implicar a todo el entorno. Organizar tareas, horarios, responsabilidades… se hace indispensable para adaptarse.
- Desarrollo de habilidades: es importante mantener activo al deportista, y dentro de lo adverso de su nueva situación, es posible encontrar oportunidades de mejora en habilidades técnicas, tácticas o psicológicas, de modo que su motivación y su confianza se mantengan estables y pueda encontrar oportunidades de mejora a nivel deportivo de cara a su vuelta.
- Nuevo rol en el equipo: mientras el deportista sigue trabajando en su recuperación, es importante darle la opción (nunca la obligación) de seguir aportando al equipo desde su posición, ya sea animando al equipo a lo largo de la temporada o ayudando al entrenador en sus cometidos. Seguir sintiéndose valioso/a para el grupo es muy importante.
El incómodo banquillo
Un deportista que se dedica a competir, quiere tener y aprovechar todas las oportunidades posibles. Es entendible. Sin embargo, hay ocasiones en que éstas dejan de llegar o se hacen esperar. Bien por decisiones tácticas, o porque el rendimiento no es el que era, a veces son otros en mejor momento quienes tienen su oportunidad. Y el banquillo no es algo agradable, por lo general. Pero es una situación por la que tarde o temprano el jugador debe pasar ¿Hay algún trabajo específico para pasar por ello? veamos
- Comunicación abierta y franca: lo primero y ante todo, la comunicación debe fluir entre el entrenador y el equipo, especialmente en los casos en los que toca «chupar» banquillo. Es una cuestión de ajustar expectativas entre ambas partes y reducir incertidumbre, algo que nos es muy aversivo por lo general. Qué esperamos de nuestro jugador y qué puede hacer (en términos concretos y entendibles) para tener opciones de jugar. Y si no contamos con él o ella, tener la madurez y la habilidad suficientes para hacerlo saber. El equipo no son sólo quienes juegan de inicio, y hay que cuidar y mantener estable la motivación y confianza de quienes no difrutan de minutos.
- Objetivos de mejora: junto con tu entrenador, establece objetivos de mejora personal en línea con las expectativas que tiene sobre tí. Esto mantiene tu motivación alta y estable, te da un reto por el que luchar cada día y te acerca al objetivo de jugar.
- Rol informal: ¿Qué puedo aportar de mí para el equipo desde esta posición mientras trabajo para tener mi oportunidad? al final, somos compañeros, no rivales (aunque haya cierta rivalidad sana y bien entendida dentro del equipo)

Un trabajo contínuo y del día a día
Como vemos, la paciencia es algo para lo que podemos tener mayor o menor predisposición pero que, también, puede trabajarse en favor de un mayor rendimiento deportivo y una mayor estabilidad psicológica y emocional a lo largo de la temporada. Y esto no es cuestión de intervenciones o trabajos puntuales, sino que debe ser una labor diaria por parte de todos, deportistas y entrenadores.
Y para terminar, quiero dejarte un proverbio persa que viene a resumir el valor y la importancia de la paciencia en el deporte y en la vida:
“La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”
