5 cosas que no te diré en sesión (y si te las digo, te devuelvo la pasta)

Con el comienzo del año, volvimos a la actividad con ganas y a trabajar con deportistas y opositores/as que quieren mejorar en su rendimiento y para ello cuentan con mi ayuda en la parte de preparación psicológica. Y a la salida de una de estas sesiones, una fría tarde de Enero, me dio por pensar en toda esa sarta de tonterías que muchas veces nos venden en redes y best sellers y que no son más que ideas sesgadas que pueden llegar a perjudicarnos. Por eso hoy te traigo 4 cosas que jamás te diré en sesión. Y además, te explico por qué.

  • Si quieres, puedes: todo un clásico que se ha colado en nuestra cabeza a base de leerlo y oírlo a nuestro alrededor hasta la saciedad. Nos encanta tener sensación de control, porque esta nos da confianza y reduce esa insoportable incertidumbre que tan poco nos gusta. Y la confianza nos da tranquilidad, por lo que nos encanta creer que si queremos algo, podemos lograrlo. Pero la voluntad no es, ni mucho menos, suficiente. Y hay objetivos que son inalcanzables, inviables. Al menos, en el momento de planteárnoslos. Entre la voluntad y el logro hay multitud de elementos que influyen, afectan para bien o para mal, y facilitan o dificultan, cuando no imposibilitan, la consecución de algo. Por lo tanto, no, no te voy a decir que si puedes, quieres, aunque ojo, querer es necesario para empezar. Y luego ya veremos.
  • Todo está en tu mente: hace ún tiempo lo comentaba en una entrevista para un podcast al que fui invitado. La cabeza está sobrevalorada para algunas personas. Eso, o te quieren vender, nuevamente, la idea de control total sobre lo que te pasa y lo que consigues. Y es que, como dicen muchos de mis colegas de profesión, «no todo es psicología, pero la psicología está en todo». Desde la psicología, y en particular aplicada al deporte, podemos contribuir, ayudar, aportar… sumar, en definitiva, a tu preparación, ya sea a nivel físico, técnico o táctico, a través del conocimiento acerca de variables como la motivación, la confianza, la atención, la activación, etc… y el trabajo metódico sobre cada una de estas variables. Pero no es sino una parte que contribuye al resto del trabajo y que no determina, en ningún caso, tu éxito a nivel de logros. Y luego está el hecho de que existe un contexto con el que interactuamos de manera continua y que, para bien o para mal, nos influye y afecta. Esta interacción siempre, siempre, debemos tenerla en cuenta. Por no mencionar la responsabilidad que ponemos sobre el deportista al indicar que TODO está en su cabeza. En este sentido, deja que te cuente una anécdota. Hace unos años me formé como monitor de Taekwondo. La persona que impartía el módulo de coaching (no psicología) indicó a un chaval que, con sus pensamientos, estaba haciendo más grande al rival… WTF?? ¿Estás diciendo a un chaval que, en base a sus pensamientos y creencias, está agrandando al otro?, ¿Qué conexión tiene una cosa con la otra?, ¿qué grado de responsabilidad (o culpa) pones sobre los hombros del deportista?
  • Confía en tí: y tú podrás pensar «pero a ver, Jose, ¿no quieres que confíe en mí?» Sí, por supuesto que quiero que confíes en tí. Pero yo siempre me voy a situar unos cuantos pasos por detrás de lo que, en realidad, es resultado de todo un trabajo a realizar. Yo me voy a centrar en ese trabajo a realizar. La confianza no se adquiere porque alguien te diga, sugiera o pida que la tengas. Eso es empezar la casa por el tejado, y yo voy a los cimientos. Si no apuestas por tí, tus motivos tendrás ¿no? a lo mejor sientes que el reto te viene grande, puede que no conozcas a ciencia cierta tus recursos para afrontarlo, quizá has tenido experiencias nefastas en el pasado y que hacen que no termines de verlo claro, a lo mejor hay por ahí un historia de aprendizaje un poco chunga, o creencias que no ayudan… La confianza, al final, se sustenta sobre la percepción de control que uno tiene sobre la situación. Es un balance entre la dificultad de lo que tienes delante y las capacidades concretas que tienes para ello, de lo que resulta una mayor o menor sensación de control y de probabilidades, no de conseguir el resultado, sino de plantarle cara.
  • Los límites te los pones tú: pues mira, no. Esta es un poco mezcla de las dos primeras y es bastante culpabilizadora. Implica la idea de que no tenemos límites a lo que nos propongamos y que, de tenerlos, somos nosotros quienes nos ponemos la zancadilla, cuando la realidad es que podemos hacer un inventario de límites bastante generoso: límites económicos, sociales, geográficos, familiares, físicos, etc… evidentemente hay límites propios sobre los que podemos trabajar, otros que podemos abordar para minimizar, pero con algunos de ellos no nos queda otra que convivir y poder aceptarlos en tanto estén ahí para poder rendir al máximo de nuestras posibilidades pero siempre centrando las expectativas desde el contexto en el que se enmarcan. El contexto, nuevamente. Grábatelo a fuego.
  • Lo que no te mata, te hace más fuerte: poca broma con esto, porque es una expresión demasiado trillada y muy sesgada. Lo que no te mata, te puede hacer más fuerte. Pero también puede dejarte tocado o tocada, con secuelas más o menos serias. Sí, un entrenamiento intenso puede aportarte mejoras, ganancias… hacerte más fuerte. Pero una experiencia traumática, una lesión, o algo similar, pueden no matarte pero sí dejarte unas secuelas que puedes lastrar durante mucho tiempo o incluso de por vida. Prudencia y mucho cuidado con los riesgos que tomamos al plantearnos algo.

Probablemente podríamos sacar muchas más, pero no dejan de ser equivalentes a las anteriores o derivadas de estas. Lo importante es entender que a nuestro alrededor hay un montón de mensajes, publicaciones, lecturas, vídeos… con mensajes muy sesgados que pretenden decirnos lo que queremos oír, pero que en poco nos ayudan a mejorar nuestra preparación y nuestro rendimiento.

Entender, más o menos, cómo funcionamos, por qué nos pasa lo que nos pasa, cómo se mantiene en el tiempo y qué podemos hacer al respecto resulta de gran ayuda, y por ello, al menos en mi caso particular, siempre intento que salgas de la sesión, no con una solución necesariamente, pero sí al menos con un poco más de conocimiento que te pueda resultar útil y un puñado de reflexiones que te ayuden a ver todo desde un ángulo diferente.

Pero siempre con una expectativa lo más ajustada posible a la realidad y a tu caso particular, dado que cada uno somos de nuestra madre y nuestro padre, y todos tenemos nuestras limitaciones y nuestras dificultades. La historia está en saber convivir con ello, ensanchar límites (que no romperlos) en la medida de lo posible, adquirir nuevos recursos que nos sirvan y optimizar (otra palabra clave que quiero que te quedes) los que ya tenemos para que, al final, logremos un mayor rendimiento.

Si este enfoque te convence, puedes contar conmigo. Y oye, igual me cuelo, te suelto alguna de estas magufadas y hasta te sale gratis la sesión… aunque, creeme, mucho lo dudo