A lo largo de la historia hemos visto cómo muchos deportistas se han visto obligados o motivados a hacer un esfuerzo extra y un trabajo específico dedicado a cambiar o ampliar su modo de jugar o rendir en sus respectivas disciplinas. En mi anterior post, de hecho, dejé algunos ejemplos, como los de Messi o Federer, en los que estos deportistas de primer nivel tuvieron que superarse a sí mismos y llegar a ‘reinventarse’ para seguir en lo más alto. Se podría decir que en estos ejemplos, ambos salieron de su zona de confort para poder ensanchar sus límites.
Existen conceptos, como el de ‘zona de confort’, que en determinados ámbitos como el del desarrollo personal o el rendimiento profesional o deportivo, toman una especial popularidad y que, con el abuso del término, acaban perdiendo fuerza y significado, desgastándose, desvirtuándose e incluso convirtiéndose en caricaturas de lo que realmente significan. Te invito a que entres a Youtube y hagas una búsqueda del término. Te sorprenderá la abrumadora cantidad de personas implorándote que salgas, que huyas, de tu zona de confort.
Y es que parece que se tiende a asociar este concepto a la imagen de un tipo en baja forma tumbado en el sofá con una bolsa de ganchitos en una mano y el mando de la tele en otra. Asociamos el término a vagancia, a miedo, a falta de ambición. Y esto es un sesgo peligroso, básicamente porque tendemos a criminalizar a quien se mantiene en esa zona de comodidad, y a sobrecargar de responsabilidad y culpa a la persona por no avanzar o mejorar.
La zona de confort no es sino el lugar, el entorno, el rol o el conjunto de circunstancias en que nos sentimos cómodos y confiados, en el que tenemos sensación de dominio y control de las situaciones porque estamos habituados a ello, porque estamos preparados para ello. Y por lo tanto, es una zona de alto rendimiento, es una situación favorable, óptima, en la que podemos obtener resultados positivos con mayor probabilidad. Es nuestra zona. En esta situación tenemos confianza en nosotros mismos, y por lo tanto, yo propondría usar el término «zona de dominio» para hablar de ese ‘perímetro’ dentro del cual nos movemos con solvencia.
Por lo tanto, parece sensato no huir de la zona de dominio, y sí ensancharla, expandirla, de modo que seamos más versátiles, más completos técnicamente, más adaptables a distintas circunstancias del juego, la carrera o el combate, dando un salto cualitativo, subiendo un peldaño nuestro nivel. Conviene, no huir, sino abandonar nuestra zona de confort o dominio de manera puntual para incorporar nuevas «zonas» que amplíen nuestras posibilidades.
¿Cuál es el inconveniente? salir de lo conocido, de nuestro ámbito de dominio, genera incertidumbre, estrés, inseguridad. Reduce nuestro rendimiento y resultados durante un tiempo, justo el que necesitamos para aprender, dominar, adquirir destreza y, consecuentemente, ampliar nuestra ‘zona’. Es el peaje del que hablaba en mi anterior publicación.
Por lo tanto, aquí van algunas claves que, como deportista o entrenador/a, deberías tener en cuenta para salir o guiar a otros fuera de su zona de dominio o confort:
- Sitúa lo novedoso lejos de las competiciones importantes: cuando se acerca el momento de rendir, conviene mantener fuerte la confianza. Lejos de esto, puede servirte para no caer en el conformismo y mantener un punto de tensión adecuado, además de mejorar técnica, física o tácticamente. También hay que prestar especial atención a los nuevos roles. Dar la titularidad, asignar la capitanía, o tratar de dar mayor liderazgo a un jugador en momentos críticos de la temporada, no sólo no va a darnos buenos resultados, sino que puede ser contraproducente. En lugar de ello, prueba empezar en periodos de pretemporada, en competiciones menores y, en líneas generales, lejos de las grandes citas.
- Entrena tus fortalezas y lo que domines conforme esté cerca la competición: reforzará la percepción de control y dominio y te mantendrá con confianza de cara al reto.
- Define bien los objetivos y centra las expectativas: habrá que tener en cuenta el inevitable descenso de rendimiento y no poner el foco en los resultados, sino en la mejora progresiva. Sé claro con tu deportista en este sentido. Mide, muestra y reconoce cada uno de sus progresos. Si lo haces de la manera más objetiva posible, podrás asociarlo al hecho de estar trabajando nuevos aspectos y se ganará en sensación de control y motivación por el proceso.
- Implica al deportista en la decisión sobre el trabajo a realizar: sin su implicación es casi imposible. Dialogad, hablad de los pros y contras, los costes inmediatos y los beneficios a medio/largo plazo para centrar las expectativas del proceso.
- Usa modelos de deportistas top y en otros más cercanos: Messi y Federer son sólo dos de muchos tantos que están en la élite y han pasado por un proceso similar. No dudes en usar sus ejemplos para generar motivación por el plan. Y complementa, si tienes ocasión, con un ejemplo cotidiano, alguien del club, del equipo, próximo en nivel, y que haya pasado por algo similar. De este modo se percibe más alcanzable el logro y esto potencia la confianza. El modelado es muy potente si se usa bien. Recuerda: modelos conocidos para la motivación, cercanos para la confianza.
Y sobre todo, ten muy presente que hay momentos para dar lo mejor dentro de nuestra zona de dominio, y momentos para abandonarla, explorar, crecer y ensanchar nuestros límites. Bien entendida y utilizada, la zona de confort es un término que nos puede ayudar a crecer enormemente como deportistas y personas.
Te invito a que ensanches tu zona de dominio, siempre de manera metódica, útil, racional y con un único propósito: tu mejora como deportista y persona sin dejar de disfrutar de lo que te apasiona.
