Filosofía Kaizen: pequeños pasos para tus nuevos propósitos

Párate a pensar. Te propongo que dediques hoy unos minutos a echar la vista atrás, a recapitular lo que has conseguido en este 2018 y a revisar qué te proponías a principio de año. Me refiero al tópico recurrente de los buenos propósitos, a las metas que te marcaste y en las que te comprometiste (o eso creías) trabajar duramente en los 12 meses que hemos dejado atrás. Nada nuevo, realmente.

El balance puede ser desolador, te lo aviso. Aunque si te sirve de consuelo, te diré que son muchas las personas que podrían encontrar un resultado muy parecido al tuyo. Sólo tienes que echar un ojo a Twitter o a cualquier otra red social. Cada año nuevo es EL AÑO (sí, así con mayúsculas) y siempre suelen presentarse apasionantes y llenos de desafíos y retos excitantes… Y seguro que así los imaginamos en nuestra mente, tal vez influidos por el ambiente festivo, las vacaciones, el contagio emocional de nuestro entorno, el marketing (sí, el marketing) que nos rodea… de modo que todo el contexto introduce un porcentaje de sesgo que no encontramos el resto del año.

Y aquí veo, en líneas generales, dos errores importantes.

Primer error. En mi opinión tiene que ver con el exceso de motivación ligado a un contexto concreto y que no encontraremos el resto del año. Asociamos, además, nuestra motivación a algo tan externo e intangible como es una fecha en el calendario ¿Qué diferencia, a efectos prácticos, un 17 de Mayo de un 1 de Enero?, ¿Qué consistencia pueden tener nuestras metas cuando, pasadas 2 o 3 semanas, el espíritu navideño se haya diluido y la rutina haya vuelto a instalarse en nuestro calendario? «Año nuevo, vida nueva» dicen. Y nosotros lo creímos.

Segundo error. Tomo prestadas las acertadas palabras del psicólogo Leocadio Martín (@LeocadioMartin en Twitter), quien en su blog afirma que «tenemos la tendencia a programar cambios a lo grande. O, quizás debería decir, cambios poco científicos«. En estas fechas no medimos, tomamos decisiones influidas por la emoción y el momento, y generalmente nos marcamos metas muy ambiciosas en relación al plazo de tiempo que nos concedemos y en relación a nuestra capacidad para comprometernos. La naturaleza (y formamos parte de ella) tiene su ritmo, necesita sus tiempos, y generalmente no es cortoplacista.

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Y es que a la hora de persistir hasta materializar objetivos, el factor clave está en nuestra capacidad para comprometernos. Para el psicólogo Pep Marí, comprometerse con un objetivo es «pagar todo su precio y asumir el riesgo». Un precio que implica esfuerzo, tiempo, recursos, medios, establecimiento de prioridades, aplazamiento de otras metas o planes que nos resultan apetecibles,… y que hay que considerar a la hora de definir a por qué vamos a ir en el curso que arranca y a la hora de determinar la viabilidad de lo que nos proponemos.

Piensa ahora en lo que te has planteado hace apenas unos días ¿conoces bien el precio que debes pagar?, ¿quién te puede ayudar a determinarlo?, y la pregunta del millón ¿estás dispuesto a (y en disposición de) pagarlo? Me interesa, en este punto, que tu expectativa sea la adecuada.

Y aquí mi propuesta. Te invito a que te replantees el año y tus buenos propósitos (que conviene conviertas en objetivos razonables y bien definidos) en términos de bajo coste. No quiero darte pautas de cómo hacer las cosas (hace más o menos un año escribí otro post en esa línea que puedes revisar aquí) sino más bien plantearte una perspectiva diferente desde la cual afrontar tus metas. La filosofía Kaizen apuesta por el incremento gradual a partir de pequeños cambios, y se podría resumir en el dicho según el cual «un viaje de mil millas comienza con un pequeño paso».

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¿Qué conseguimos con este enfoque orientado a las acciones pequeñas y de bajo coste? desde el punto de vista de la psicología deportiva, un objetivo fundamental: ganar confianza, engancharnos a la actividad, obtener un pequeño beneficio inmediato a cambio de un esfuerzo asumible. Vernos y, sobre todo, sentirnos capaces. Un error habitual en estas fechas es empezar el primer día pasando de 0 a 100, cuando lo mejor es pasar de 0 a 1, y después de 1 a 2… y así hasta alcanzar una buena velocidad de crucero. Si no estamos habituados, el coste será mayor, el beneficio no compensará, y a los pocos días abandonaremos (por no hablar de lesiones u otros problemas de salud) Probablemente busquemos un motivo, una razón, un argumento que refuerce nuestro abandono, y a pesar de ello la confianza que tenemos correrá el riesgo de quedar dañada. Aquí te propongo algunos ejemplos para intentar plasmar la idea:

  • Si no estás habituado a correr y quieres coger el hábito de hacerlo, o quieres prepararte una prueba de 10K como la San Silvestre (éste es el momento, y no dos meses antes), puedes empezar por correr 1 km, sin medir tiempos, olvida los resultados, sólo comprométete con la acción de correr ese km. 1 km cada día. Y cuando lleves un tiempo con esta rutina, incrementa 1 km más,… y así hasta que veas una progresión y vayas acercándote al objetivo.
  • Si jamás has hecho spinning y te da algo más que perezaempieza por plantearte el objetivo inicial de ir a la clasedías de la semana. Simplemente conseguir eso. Y desde ahí, incrementos graduales, pequeños pero firmes y alcanzables.
  • Si fumas de forma habitual, no te plantees un cambio radical. Aunque algunas personas lo logran por ese medio, es muy poco probable que se consiga un cambio duradero cortando por lo sano ¿Qué tal si empiezas por fumar un cigarrillo menos al día?
  • Si tu agenda diaria está demasiado cargada como para trabajar una rutina de ejercicios completa ¿qué tal si buscas una que se ajuste a los primeros 10 minutos de tu día?

Estos planteamientos son sólo ejemplos básicos para plantear la idea, que pueden o no aplicar a unas personas u otras. Y muy importante, siempre conviene contar con la ayuda de profesionales en cada ámbito para evitar riesgos innecesarios en función de tus objetivos (chequeos médicos, asesoramiento en alimentación, pautas para tu preparación física, tratamiento de adicciones…)

A modo de conclusión, tal vez el cambio de año sea bueno para encender nuestra motivación,  pero el riesgo de tomar en estos días decisiones sesgadas y plantear retos desajustados es mayor que en otros momentos del año. Quizá es un buen momento para empezar a trabajar, pero no el mejor para analizar. En cualquier caso, si con ello has decidido hacerlo en esta fecha, recuerda:

  • Establecer un número ajustado de objetivos
  • Con un compromiso que te puedas permitir
  • Arranca con pequeños pasos que puedas dar con garantías y te ayuden a vencer la pereza y rodar
  • Incrementa gradualmente, mide y celebra tus progresos. Tienes todo un año y esto es una carrera de fondo

Y sobre todo, te deseo un muy feliz año. Espero que en el curso que acabamos de arrancar consigas mantener el compromiso y el trabajo que te lleven a celebrar tus objetivos.

Feliz 2019. A por ello.

 

 

 

 

 

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