Si nos tienen que golear… que sea en pretemporada

Hace apenas una semana leía un titular en prensa deportiva acerca de la goleada del Manchester City al Real Madrid en un amistoso que jugaron en Los Ángeles, y que se saldó con un contundente 4-1 a favor del equipo inglés. Y lo ví en bañador, tumbado en la arena y disfrutando del mar y el sol. Las vacaciones, el buen tiempo, los amistosos… la pretemporada, es lo que tiene.

El verano trae muchos alicientes, pero sin duda hay uno de gran importancia para los aficionados al llamado ‘deporte rey’, y este es el de poder disfrutar con los partidos y campeonatos amistosos (algunos de gran tradición, otros de interés más comercial) de los distintos clubs de fútbol. La espera entre una temporada y la otra se hace más llevadera, hay ganas por ver debutar a los nuevos fichajes, y hasta la nueva equipación parece levantar cierta expectación. En el mar, en la montaña, con los amigos y la familia en el chiringuito… se celebra cada gol casi como si estuviera en juego una liga, las derrotas dejan un cierto mal sabor de boca y los piques con el eterno rival parecen no cerrar por vacaciones. Sin embargo, la pretemporada, como tal, tiene una finalidad muy concreta más allá de jugar bien, marcar muchos goles y ganar partidos.

Lo verdaderamente interesante de las competiciones de carácter amistoso, y en particular las de pretemporada, es que sirven para preparar al equipo para que éste llegue en condiciones óptimas a la temporada oficial. Y esto significa llevar a cabo una puesta a punto en toda regla y en distintas parcelas: física, técnica, táctica y psicológica.

Y por lo tanto, es el momento de probar, analizar, evaluar, ajustar, corregir… sin ser tan decisivo (aunque no por ello debemos restarle importancia) el resultado en este punto como lo es el sacar conclusiones y trabajar sobre ellas para mejorar. Veamos, en la parcela más relacionada con el trabajo psicológico, algunas importantes oportunidades que nos ofrece este periodo:

En primer lugar, el equipo empieza a competir, y por lo tanto a afrontar las situaciones potencialmente estresantes que pueden ser habituales en una competición. Este punto de partida es en sí mismo una gran oportunidad para empezar a trabajar con los/las deportistas, observando y detectando posibles dificultades, y trabajando estrategias de afrontamiento adecuadas. Trabajar en el autocontrol de la activación, ayudar al jugador/a en su preparación personal para el partido, desarrollar poco a poco un estilo de valoración del rendimiento individual y colectivo lo más objetivo posible, trabajar habilidades atencionales, etc…

Fuente: Phxtosene | Eneas para Pexels

Por otro lado es interesante cuidar y desarrollar la propia confianza del equipo y de cada jugador/a. Una confianza que será clave desde el primer momento de la temporada. Y en la etapa que nos ocupa, es importante que los deportistas perciban una progresión ascendente, una mejora progresiva en el rendimiento del equipo, y sobre todo, que puedan atribuir esta mejora a su propio rendimiento y participación, a aquello que pueden controlar. Establecer objetivos claros para el partido, tanto colectivos, como individuales o por líneas. Que cada cual sepa lo que tiene que hacer en cada momento, y tras el partido, valorar el rendimiento de manera aséptica y en base a esos objetivos marcados. Si se gana, asociar la victoria a las buenas acciones. Si se pierde, buscar soluciones para seguir mejorando.

A nivel colectivo, es evidente que otro punto que conviene trabajar es la cohesión del equipo, y la pretemporada es un momento clave para fortalecer esta cohesión que ya debe trabajarse desde los primeros entrenamientos y que ahora tocará consolidar. Fomentar el buen ambiente en la convivencia del equipo, establecer las normas de convivencia y funcionamiento, definir y reforzar los objetivos colectivos, comunes a todos, e integrarlos con los objetivos individuales, hacer que cada jugador se sienta importante desde su posición y situación… aquí es muy importante integrar a las nuevas incorporaciones del equipo cuando es el caso, y cuidar al máximo la motivación y la confianza de aquellos que apuntan a suplentes pero que durante la temporada pueden jugar un papel importante ¿Qué se espera de ellos por parte del entrenador?, ¿qué oportunidades reales se espera que tengan y en base a qué se va a decidir? Una comunicación clara, desde la honestidad y la asertividad, resulta fundamental.

Fuente: Robo Michalec para Pexels

He tomado como ejemplo el fútbol, pero no hace falta decir que es perfectamente extensivo a otros deportes y otros momentos del año en los que también tienen lugar periodos de competición menor. Amistosos, campeonatos de promoción, benéficos,… de distintas especialidades son oportunidades de oro para la puesta a punto y mejora de los deportistas. Especialmente en aquellos deportes en los que se compite con menor frecuencia y los espacios de tiempo entre un campeonato y otro son excesivamente largos.

Para cerrar, y volviendo a las primeras líneas de este post, en algunos de los titulares publicados se hablaba de ‘KO’, ‘paliza’, ‘dudas’… lo cierto es que, si hay un momento en el que sea oportuno recibir algún que otro saco de goles, es ese es el de la pretemporada. Es más, bien gestionada, una derrota abultada puede ser un toque de atención a tiempo para no caer en la relajación y el exceso de confianza demasiado pronto. Por eso, si nos tienen que golear, que sea en pretemporada.

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