Valorando mi rendimiento: Cuándo y cómo

«He estado bastante mal hoy. Muy lento, muy torpe, mucho… no sé, es como si no tuviera ideas, como si estuviera empanado, muy espeso, la verdad. No he acertado ninguna patada, y me han pillado en dos contras fortísimas. Y patada que me lanzaban, patada que me comía. La verdad es que soy regular tirando a malo, debería dedicarme a otra cosa»

Este relato podría haber sido, perfectamente, el epílogo de mi última sesión de entrenamiento. Lo cierto es que fue algo parecido, pero la manera en que está resumido y relatado tiene una gran relevancia para el deportista (en este caso, quien hoy os escribe) El cómo y cuándo valoramos nuestro rendimiento deportivo, ya sea en el entrenamiento o en competición, constituye toda una habilidad que merece ser tenida en cuenta y trabajada siguiendo una serie de pautas que sin duda marcarán la diferencia. Vamos a ello.

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Fuente: masTKD

Nuestro rendimiento o el de nuestro/s deportista/s es el que es en un determinado momento, lugar y circunstancias que deben ser tenidos en cuenta. El mayor o menor éxito, depende de lo que hagamos (nuestras decisiones tácticas) y cómo lo hagamos (nuestra técnica, intensidad, etc.) así como de nuestra preparación física, técnica y psicológica. Pero también depende de otra cantidad de factores que escapan a nuestra influencia y control y que debemos poner en la balanza. Valorar este rendimiento siempre debe tener una finalidad: mejorar. No hace falta que explique lo importante que es esto para un deportista o un equipo.

Y en este proceso de evaluación y mejora es importante no engañarnos, ni para bien, ni para mal. Querer animarnos con pensamientos como «no pasa nada, campeón, eres el mejor y hemos tenido mala suerte» o «con otro árbitro no hubiera pasado esto» es inútil. Y evidentemente tampoco ayuda castigarse con frases del estilo «soy un fracaso» o «debería dedicarme a otra cosa». En ambos casos estamos cayendo en valoraciones sesgadas que no aportan nada positivo y, al contrario, minan nuestra confianza y nuestra motivación

La alternativa a este tipo de juicios reside en una perspectiva objetiva, basada en objetivos, conductas y hechos, y considerando siempre el contexto, la situación, y todas las variables posibles que escapen a nuestro control y que nos permitan tener un criterio desde el cual sacar conclusiones prácticas y operativas sobre las que seguir trabajando. Estás serían algunas consideraciones a tener muy en cuenta:

No valorar inmediatamente, y evitar una evaluación en caliente, de modo que evitemos dejarnos influir por las emociones, positivas o negativas, del momento. Emplazar la evaluación a las siguientes a 24 horas podría ser una buena opción. A la hora de evaluar, la euforia o la frustración del momento pueden ser muy perjudiciales

– Centrar nuestra evaluación en conductas frente a resultados. Las conductas son lo único que depende 100% de nosotros y podemos controlar y mejorar. Y los resultados vendrán determinados por estas y por otros factores ajenos a nosotros. Podemos ganar un combate peleando muy mal o perderlo mostrando un muy buen rendimiento. Al final habrá que destacar lo que hemos hecho bien, lo que hicimos mal, lo que pudimos haber hecho,… independientemente del resultado y considerando el siguiente punto

– Considerar todas aquellas circunstancias que, objetivamente, haya podido influir en el rendimiento registrado. Un mal arbitraje, el clima adverso, un rival más rodado o uno en baja forma, una gripe, una lesión mal curada, etc. pueden influir en el resultado final

– Distinguir decisión y ejecución. Podemos ejecutar de manera precisa una mala decisión o podemos tomar la decisión correcta ejecutando el movimiento de manera deficiente. A veces, incluso un gol decisivo puede esconder una decisión equivocada que en otro partido cueste una oportunidad perdida

Especificar las conductas de rendimiento que se van a valorar. La concreción y definición permiten al deportista centrarse en las tareas a llevar a cabo sin ambigüedades

– Considerar todos los datos objetivos posibles frente a la especulación con sensaciones subjetivas. Si se puede medir y cuantificar, se puede mejorar. El buen uso de registros y/o autorregistros puede ser muy positivo en este punto. Los datos objetivos son indiscutibles, las sensaciones son interpretables, subjetivas

– Estimar las expectativas previas realistas del rendimiento como criterio para juzgar la bondad del rendimiento logrado. Definir claramente objetivos de realización para cada competición constituye un punto de referencia que nos permite evaluar a posteriori en qué medida hemos rendido bien o mal

Como podréis comprobar, existen varios detalles relevantes a la hora de evaluar el rendimiento, ya sea en un entrenamiento o en una competición y que permiten mantener o elevar aspectos tan relevantes como la motivación y la autoconfianza de los deportistas.

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Fuente: elprogreso.galiciae.com

Definir metas centradas en conductas observables, medibles, generan una percepción de control en quien compite que se traduce en una mayor autoconfianza, y a su vez, tomar conciencia de aquello que se hace bien y poder ver de manera objetiva las mejoras y progresos, contribuye a incrementar la motivación por seguir adelante. Y en el mismo sentido, una evaluación mal planteada podría ser, por tanto, perjudicial para el deportista.

Qué diferente hubiera sido mi propia autoevaluación si la hubiera formulado en los siguientes términos:

«Hoy mi rendimiento ha estado cercano a lo que esperaba. Físicamente he aguantado el ritmo y he sabido administrar mis fuerzas. Me ha faltado velocidad de reacción en ataque y en defensa, aunque considerando que hoy ha sido un día agotador y que es mi primera sesión de entrenamiento tras el verano, puede ser algo esperable. He hecho buen uso de los desplazamientos y esquivas, y he sabido salir bien de las distancias cortas, aunque me ha faltado fuerza y rapidez para responder a la contra, es algo a mejorar. Y abuso demasiado de la pierna derecha, y el propio maestro me ha hecho está observación. Tal vez estableciendo objetivos y con más rodaje, para la próxima sesión podré estar mejor»

Diferente, ¿verdad?

Bibliografía: ‘Psicología del entrenamiento deportivo’, José María Buceta (2008)

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