Lo que la Covid se llevó

A mediados de este mes que ya toca a su fin, se cumplió un año del confinamiento histórico que nos cambió la vida en muchos aspectos y formas ¿dónde estabas tú?

Por aquel entonces yo acababa de ser padre por segunda vez y no imaginaba cómo nos cambiaría la vida todo esto. El 14 de Marzo del año 2020 empezó lo que terminarían siendo tres meses de limitación de nuestros movimientos y actividades como muchos no habíamos vivido jamás. En objetivo: frenar al virus que, aún un año después, tiene al mundo en vilo.

Seguro que tú recuerdas mucho de aquellos meses: los titulares diarios siguiendo la evolución del virus, las cifras alarmantes, el teletrabajo forzado, largas jornadas metidos en casa y sólo interrumpidas por actividades puramente esenciales, las videollamadas a familiares y amigos, cumpleaños aplazados o celebrados en remoto, el papel higiénico y la harina como productos estrella, los aplausos de las ocho a los sanitarios, la canción «Resistiré» como himno de aquellos días (aquí en España), eslóganes cómo «todo va a salir bien» o «de esta salimos mejores» (con los que nunca estuve de acuerdo, pero eso es otra historia), etc.

La incertidumbre. No tener una mínima certeza del futuro más inmediato o sobre qué y cómo debíamos hacer. Y la preocupación por la salud propia y de quienes más nos importaban. Esa incertidumbre que tanto estrés puede llegar a generar cuando sientes tanto en juego y cuando, de repente, te rompen los esquemas del día a día. Cuando se pierde toda rutina y la normalidad de siempre deja paso a una «nueva normalidad»

En este tiempo se ha perdido mucho y se ha ganado, en proporción, algo menos. Al menos así lo veo yo.

Se han perdido, ante todo, muchas vidas. Demasiadas. Tantas que solo los datos diarios hacían daño. Es la mayor pérdida con diferencia.

Fuente: eitb.eus

Se ha perdido en la economía, se ha perdido en salud física pero, sobre todo, mental. Se ha perdido en ritmo de vida, en cercanía, en hábitos, en relaciones, en costumbres. Al menos mientras esto dure. Y aún y con todo, nada volverá a ser igual.

Y en el ámbito del deporte, que es lo que aquí nos ocupa, la Covid se llevó mucho:

  • Se llevó un gran aliciente, como es la competición, dejando a muchos deportistas sin un estímulo que es lo que les mantiene en el día a día de su actividad, lo que les motiva a esforzarse, aquello por lo que luchan. Una pérdida que a mi juicio pone de relieve la importancia de dar al deportista un equilibrio que le permita no depender de competir con otros para sentirse estimulado, motivado y confiado, y encontrar en la propia mejora personal y como deportista una fuente importante de realización y satisfacción.
  • Se llevó los sueños de muchos deportistas que se preparan durante años para cuando llegue su momento. Es el caso de los olímpicos que el pasado 2020 vieron como su ilusión se aplazaba.
  • Se llevó gran parte de nuestra seguridad en el momento en el que rompió nuestro ritmo de vida y nuestros hábitos, obligándonos a adaptarnos drásticamente a una nueva forma de hacer las cosas. Ya no podíamos ir a entrenar al gimnasio, la pista o el campo donde solíamos hacerlo. Ni compartir entrenos con los compañeros y compañeras de siempre. Algunos deportistas tiraron de ingenio y tesón para continuar trabajando. El objetivo pasó a ser no perder la forma para cuando llegara el momento. Otros sufrieron más la situación y lo han tenido más cuesta arriba. Parece que, más que nunca, trabajar el plano psicológico de manera preventiva y estable para contar con recursos de peso cobró un mayor sentido que nunca.
  • Se llevó nuestra tranquilidad. Nos rompió el ritmo y puso en juego nuestra salud física a la hora de volver (con un mayor riesgo de lesión, con el miedo a no hacerlo en condiciones suficientes de seguridad…) La incertidumbre por la situación, no sólo deportiva sino personal, es una fuente de estrés importante ¿Cuando podremos volver a competir?, ¿qué ocurrirá con mi situación en el equipo ahora que empezaba a rendir mejor?, ¿en qué punto queda mi fichaje por el equipo X?, ¿cuándo podré ver a mi familia?, ¿estarán bien?…
  • Una vez volvieron los campeonatos, los partidos, las carreras, los combates… se había llevado la manera de vivir el deporte de competición. Protocolos rigurosos para preservar la seguridad, limitaciones logísticas, mucho cuidado personal… ausencia de público en los enfrentamientos y eventos… a muchos esto último les ha favorecido, a otros tantos les ha perjudicado, pero todos han tenido que adaptarse a algo insólito, histórico. Y a día de hoy, diría que ya hay cierta habituación. Un escenario desconocido para el que también conviene prepararse psicológicamente con el objetivo de dar el mayor rendimiento posible
Fuente: france24.com

En cualquier caso, y a pesar de todo lo dicho, si hay algo claro, es que existen prioridades mucho más allá de los resultados, el espectáculo y todos los elementos que hacen atractivo al deporte como actividad lúdica e incluso profesional. Y por encima de todas siempre estará una: la salud, la vida. Es lo que tenemos que proteger por encima de todo y de manera responsable.

El resto de cosas, ya volverán.